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miércoles, 23 de mayo de 2018

PRACTICAMOS LA ESCRITURA

 "El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho", D. Quijote de la Mancha


INSPIRACIÓN

Alba Capellán, 4ºC

Se sentía vacío; vacío de letras y de canciones; vacío porque nada le sonaba a música y todo le sonaba a ruido; vacío porque su amiga ‘la inspiración’ le había dejado de lado en un mundo de grises y no quería saber nada más de él.
Se fue con alguien más joven; alguien que la sabía valorar y que le ponía por delante de esos temas que se supone que son más importantes y no te dejan tiempo para escribir. Por eso, cuando ella llamaba, él no le descolgaba el teléfono, dejando que sonara y que el sonido de tono de la llamada se perdiera entre las esquinas de la habitación.
Nuestro escritor era incapaz de plasmar en el papel ninguna de las ideas que resonaban en su cabeza. Se desquiciaba viendo como el blanco del papel se reía de él y el tiempo le hacía burla.
Tomó la decisión desesperada de encerrarse en su habitación cerrando las persianas a cal y canto, dejando únicamente la luz de un flexo. No soportaba la idea de que ahí fuera hubiera pájaros que compusieran mejores melodías que las suyas. La primera opción era tapiar la ventana, pero reculó, afortunadamente. Se dio cuenta de que llegaría un momento en el que el cuarto olería a desmotivación, frustración y a un hedor insoportable de sudor.
Ya no podía ni mirar al techo, ya que a sus sesenta y ocho años, los tres círculos pesaban demasiado como  para que un palo los sujetara. Había llegado al punto en el que su pelo blanco no le recordaba a “melenas plateadas que ondean al…” sino a simples canas de un señor que, al parecer, ya había dado todo lo que podía de él.
Si algún día veis a la inspiración saltando de una ventana a otra, decidle de su parte que cada vez el bolígrafo le pesaba más y las ideas le sonaban menos.

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